Resumen

A nadie escapa el enorme interés que despierta la cultura gastronómica. Y aunque se escribe, edita y lee más que nunca sobre esta materia, lo realmente sorprendente es la tremenda audiencia alcanzada por programas de televisión dedicados a divulgar recetas de cocina, tradicional, regional, de mercado, de temporada, de autor, etc.; algunos se mantienen en antena desde hace bastantes años y han contribuido al surgimiento de la figura del «cocinero estrella», del que se aprecia no sólo la solidez de su trayectoria profesional o una depurada técnica culinaria sino también, y sobre todo, su impacto como comunicador... No hay cadena televisiva que no dedique al tema en cuestión un espacio en su parrilla, consciente de poder así atraer y mantener a un amplio y variopinto sector de audiencia. De manera cotidiana se constata el interés del alumnado en general, no sólo del que cursa un Ciclo Formativo de Cocina, por estos temas; algo lógico dado el alcance mediático de la televisión: se pregunta al profesor si ha visto tal o cual programa, la opinión que le merece el cocinero que lo realiza, proponiendo confeccionar en el aula determinado plato que ha llamado poderosamente su atención o si la técnica empleada en el mismo es la correcta. El profesor, a su vez, tiene la oportunidad de ampliar la metodología empleada, adoptando un planteamiento flexible, al usar este tipo de cuestiones como estrategias didácticas en el desarrollo de las capacidades terminales de los alumnos y alumnas y, lo que es muy importante, favoreciendo y potenciando la motivación por el aprendizaje. El problema se plantea cuando se analiza el valor como instrumento de aprendizaje que pueda tener los programas de cocina emitidos por televisión. ¿Sirven a las intenciones educativas referidas al perfil profesional?, ¿expresan acciones o realizaciones profesionales propias de las unidades de competencia en que se desglosa la capacidad profesional?, ¿se adecuan a las capacidades generales comunes del nivel formativo?, ¿y a las finalidades y objetivos generales del Ciclo Formativo de Cocina y capacidades terminales de cada uno de sus módulos? Es evidente que no. Si se analiza la idoneidad o legitimidad de los contenidos gastronómico-culinarios de los programas televisivos, la conclusión a la que se llega no es del todo satisfactoria: podría existir idoneidad en los contenidos de tipo conceptual (en especial hechos y datos, así como en los conceptos; menos, o no siempre, en cuanto a principios o reglas empíricas). Por último, merece la pena detenerse algo más frente a los conocimientos actitudinales. En general, las actitudes que difunden los programas de cocina en televisión resultarían trasladables como contenidos al proceso de enseñanza y aprendizaje: la importancia de una alimentación sana y equilibrada, la idoneidad de los productos naturales y de temporada, etc. El problema que aborda esta comunicación sería, pues, cómo aprovechar las indudables ventajas que la televisión pone a disposición de profesores y profesoras, alumnos y alumnas en el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje, siendo capaces, al mismo tiempo, de subsanar las carencias del material que ofrecen los espacios televisivos para el desarrollo curricular de la materia objeto de las enseñanzas correspondientes al Ciclo Formativo de Grado Medio de Cocina.

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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05

Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25878
Licence: CC BY-NC-SA license

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