Cotidianamente los profesores de los centros educativos se enfrentan con un alumnado apático y desmotivado. Sin embargo, ni apatía ni desmotivación es lo que demuestran cuando dejan de ser alumnos y se convierten en espectadores de televisión, de cine, de las tecnologías, de las pantallas del PC. Si en el siglo XIX tenemos al ciudadano, y en el XX tenemos al parlante, en el siglo XXI tenemos la figura del espectador, cuya experiencia social fundamental es la experiencia de la multiplicidad de conexiones con el flujo de la información. Si para aprender a leer y a escribir inventamos la escuela, ¿qué dispositivos tenemos para aprender a mirar? Parece que tenemos que aprender nosotros de los jóvenes mediáticos.
Published on 01/01/2005
Volume 13, Issue 1, 2005
DOI: 10.3916/25655
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