Más de cuatro siglos tras la primera edición del Persiles, todavía suscita desconcierto su geografía novelesca. Este artículo recorre otra vez su borroso archipiélago septentrional, pero guiado por los primeros traductores del Persiles: los franceses François de Rosset y Vital d’Audiguier (traducciones de 1618); el anónimo autor de la versión inglesa de 1619; el italiano Francesco Ellio (1626); así como Madame Le Givre Du Richebourg, autora de otra traducción francesa más tardía pero también más libre, de 1738.Se propone examinar cómo se habrán traducido (y entonces interpretado) algunas ambigüedades del texto respecto a la geografía nórdica y las cuestiones religiosas: si los traductores fueron tentados, por ejemplo, de identificar lugares ficcionales (como Hibernia o Golandia) con unos territorios reales. Al observar cómo viajó el texto de una lengua a otras, aparecen indicios sobre la temprana recepción de la novela, en cuanto a la cuestión de su verosimilitud y sus relaciones (o no) con los conflictos confesionales y políticos que entonces trastornaban a Europa.
Abstract
Más de cuatro siglos tras la primera edición del Persiles, todavía suscita desconcierto su geografía novelesca. Este artículo recorre otra vez su borroso archipiélago septentrional, pero guiado por los primeros traductores del Persiles: los franceses François de Rosset y Vital [...]