Por una Economía Inspiral, más allá de la Economía Circular

Resumen

El vocablo "Economía Circular" es confuso, pues no es teoría económica, ni es circular. A pesar de ello, es necesario defenderlo pues es una revolución en la manera de proceder con los recursos naturales. El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el impacto de la EC en la Economía convencional y en la Contabilidad global de los recursos naturales, y plantear una visión ecointegradora de dichos recursos.

1 Introducción: ¿Es Economía y es Circular la Economía Circular?

En inglés existen las palabras “Economics” y “Economy”. La primera se refiere a la ciencia económica, es decir a las diferentes teorías del comportamiento económico que se estudian en universidades y escuelas de negocios. Mientras la segunda se refiere a la práctica y política económica habitual. Este segundo contexto es en donde se debe encuadrar la “Economía Circular”. Pues enlaza con el sentido etimológico de la palabra “economía” como “administración del hogar”. Además, la palabra “circular” se refiere a la actividad de cerrar los ciclos de materiales. Pero ésta definición contradice a la propia Física, pues lamentablemente cada vez que reciclamos, algo se degrada a cambio, así que en cada ciclo la degradación aumenta hasta hacerse inviable. Por otra parte, hay que ver el impacto profundo que llevaría consigo sobre la práctica económica actual. En un Congreso de Economistas, es este punto el que más quiero enfatizar.

Pongamos un ejemplo: si proponemos hacer que los vehículos duren más, y si además proponemos a las cadenas de montaje que desensamblen tantos vehículos como los que ensamblan para recuperar los materiales, las fábricas producirán menos y eso va contra su propio negocio. En términos macroeconómicos, si el crecimiento se mide por el PIB, y no se estimulan nuevas extracciones mineras, procesos de refinado y tratamiento, transporte de materiales, nuevos modelos de automóviles, nuevas transacciones económicas, etc., ¿significa eso que se deprimirá el crecimiento? Y, por tanto, ¿Tiene sentido, entonces, defender una economía que augure el colapso económico?

2. Crecimiento Económico versus Deterioro Ecológico

La economía convencional mide todo con términos "humanos" e ignora el sustrato que la mantiene, es decir: se dice que si crece la actividad se crean puestos de trabajo nuevos y se crea bienestar, riqueza y prosperidad. Y si decimos que a lo largo del Siglo XX y lo que llevamos del XXI hemos crecido, por ejemplo, a una tasa del 2% anual, resulta evidente que la humanidad está mucho mejor que hace 120 años. Pero se deja a otras ciencias el contar cómo y cuanta naturaleza ha sido destruida entretanto.

En Termodinámica sabemos que cada vez que hacemos algo, destruimos algo. Todo Ying lleva asociado su Yang.  Es decir que el crecimiento no es inocuo para el planeta. Parece pues evidente que después de 120 años habremos destruido los ecosistemas del planeta a una tasa de crecimiento paralela al 2% anual. Un crecimiento exponencial del 2% implica que cada 25 ó 30 años duplicamos la velocidad de destrucción planetaria. Pero lo que es más dramático, ésta tasa significa que durante ese intervalo habremos degradado tanto como todo lo degradado en la historia pasada.

Aunque no nos demos cuenta, a lo largo de los últimos 120 años la humanidad ha vivido en un crecimiento exponencial. Al principio, éste comportamiento se asemeja a uno lineal. No parece excesivo que suba el coste de la vida un 2% anual, pero al pedir siempre el 2% más que el año anterior, al cabo de treinta años aproximadamente, este coste se duplica. Sin embargo, la percepción siempre se hace en el corto plazo, con lo que no somos capaces de percibir este daño. La preocupación por el futuro se limita a plantearnos qué pasará en el próximo año, y convertimos en retórica la pregunta de qué ocurrirá en los próximos veinte años. El cortoplacismo es aún peor en la política, pues los gobernantes piensan y dependen de los intereses de sus electores, cuando su tarea más importante sería diseñar y poner las bases para un país mejor dentro de un planeta mejor.

La cuestión clave es si tenemos o no planeta para tanta destrucción y por cuánto tiempo. Es un debate que se simplifica diciendo que la tecnología nos salvará, como siempre lo ha hecho a lo largo de la historia. El problema es reconocer si existen o no límites físicos al desarrollo económico. Para ello, habría que contar cuantos recursos se pierden por cualquier actividad humana. Pero los esfuerzos de algunos economistas en incluir en las cuentas del PIB la destrucción del medio chocan con la incomodidad y la incapacidad de aprehender la complejidad de la naturaleza en una contabilidad económica convencional. Además, en las cuentas existe un fallo insoluble: Cualquier actividad que genere beneficio se contabiliza como positiva, independientemente de su valor ético. Así, se ponen en cuentas del PIB las actividades de prostitución, drogas o tráfico de armamentos. O lo que es peor, se ve como positiva la destrucción natural. Un ejemplo, es que si se quema un bosque aumenta el PIB, porque genera actividad, bomberos, reforestación, recuperación de la madera quemada, etc. Otro ejemplo es tener un accidente, pues éste aumenta el PIB, ya que interviene la policía, los reparadores, los médicos, la funeraria, los ayuntamientos, los abogados, etc. La consecuencia es clara, la Economía actual ignora el daño planetario, pero nos da la buena noticia de que aparentemente aumenta la felicidad (de los humanos que vivimos).

A cambio, la termodinámica nos informa de que hay un flujo solar constante que nos regala su energía y que existen unos stocks bióticos y abióticos que van decreciendo continuamente. Tanto el flujo como los stocks habría que valorarlos y contrastarlos con las utilidades que generan a la humanidad, con objeto de ver el coste-beneficio que se produce. Y a la vista de los resultados, gestionar y mantener mediante acuerdos globales un estado planetario lo más estacionario posible. Esa sí que sería una auténtica Economía en el sentido de administrar el hogar. Nuestro hogar que llamamos planeta Tierra.

Debido a la enorme amenaza del cambio climático, se ha hecho omnipresente la discusión de un cambio global hacia las energías renovables, en la seguridad de que el Sol aporta y aportará la energía suficiente para todo y para todos. Hay que abolir lo más rápidamente posible nuestra dependencia de los combustibles fósiles para fines energéticos. Pero olvidamos en ese discurso el aumento de dependencia que se avecina en el uso de los materiales, especialmente los minerales. Todas las nuevas tecnologías informáticas y de telecomunicaciones dependen de ellos, como lo hacen no solo los vehículos eléctricos, sino todos los vehículos actuales por tierra, mar y aire. También dependen de ellos todas las energías renovables o no, la vivienda, la alimentación, los tejidos, la defensa, la salud y cualquier actividad humana. La energía no puede reciclarse, pero sí utilizarse más eficientemente en cascadas térmicas. En cambio, los materiales no se pierden. En otras palabras, una revolución renovable a nivel planetario es urgente pero insuficiente para mantener el planeta sosteniblemente. Es necesaria una política tan global como la renovable en favor de la reutilización, el reciclado y el alargamiento de vida de todos los materiales utilizados por el ser humano, en especial aquellos que son más escasos.

No nos hagamos ilusiones, los metales que fundamentan el desarrollo tecnológico nunca podremos basarlos en la minería extra-planetaria que podamos realizar, pues ésta siempre será marginal, no por su posibilidad o imposibilidad, sino por sus costes que no serían solo monetarios. En cualquier caso, estaría limitada a unos pocos metales muy minoritarios y caros, por ejemplo, el iridio. Y la posibilidad de irnos de este planeta, solo podría ser para unos pocos, y a no se sabe dónde. La incierta habitabilidad de otros planetas está, como poco, a muchos años luz del nuestro. Demasiado tiempo para la corta vida de los humanos. Es por ello urgente tener una visión de responsabilidad global con esta casa nuestra. No nos queda más remedio que vivir de la energía y de los materiales que nuestro planeta dispone por los siglos de los siglos.

3. La necesidad de una Contabilidad Global de los materiales

Aunque los materiales no desaparecen, sí se mezclan, alean, reaccionan, degradan, dispersan, contaminan, oxidan, corroen, fatigan, desmenuzan, etc., que impide volver a utilizarlos inmediatamente. Es necesario re-gradarlos, y eso consume energía y más materiales, aparte de dinero y otros esfuerzos. Tanto es así que resulta más barato en prácticamente todos los casos seguir utilizando materias primas naturales en vez de las reciclarlas. Es necesario y urgente desarrollar lo que ha venido en llamarse como Economía Circular.

La práctica contable describe transacciones dentro de un periodo previamente establecido, pero no discute ni los precios, ni el sistema de valores que la soporta. Sin embargo, aporta diagnósticos de situación que ayudan a tomar decisiones. Si los stocks se agotan o si los costes superan a los ingresos, la contabilidad es un instrumento extraordinariamente útil para discernir las buenas de las malas decisiones económicas, corregir el futuro de las entidades y gestionarlas mejor.

Una contabilidad global de los recursos naturales y de las actividades económicas humanas permitiría ver los stocks que se agotan, si sus precios están infravalorados o no, y qué decisiones estratégicas habría que tomar para corregir los problemas urgentes e importantes.

En ese contexto, lo que puede ser bueno para una empresa o para un país, no tiene porqué serlo para el Planeta. Desafortunadamente, esto es lo que ocurre en todas las contabilidades parciales de cualquier entidad. Solo se contempla la parte de puertas adentro, enajenando al medio ambiente de nuestra responsabilidad en la medida que las leyes (interesadas) lo permitan. Solo una contabilidad planetaria puede contemplar al planeta como sujeto contable. Ni la micro ni la macroeconomía contemplan este punto de vista.

La aportación de José Manuel Naredo, en su Economía en Evolución, y posteriormente en el libro Desarrollo Económico y Deterioro Ecológico con el presente autor clarifica este punto notablemente con su enfoque ecointegrador de la economía ecológica. Es necesario poner en cuentas a la naturaleza, pero no todos los objetos que componen la bio-geosfera, sino aquellos directamente útiles para ser usados por el ser humano o empleados en sus elaboraciones o industrias. Ello no solo debe incluir la extracción de materiales (recursos) sino la disposición de los mismos (residuos). Es decir, la atmósfera, hidrosfera y geosfera como vertederos de efluentes contaminantes, sólidos, líquidos y gaseosos y su correspondiente deterioro.

A nivel global, existe el marco conceptual SEEA, Sistema de Contabilidad Económico-Ambiental, creado por la Comisión Estadística de Naciones Unidas para integrar las estadísticas ambientales con las económicas. El SEEA es un conjunto coherente de indicadores para informar en un amplio rango de políticas y estrategias orientadas a la economía verde, la gestión de los recursos naturales y el desarrollo sostenible. Constituye un valioso esfuerzo de Naciones Unidas para llegar a acuerdos internacionales sobre conceptos, definiciones, clasificaciones, reglas contables y tablas para hacer estadísticas comparables país a país sobre el medioambiente y su relación con la economía. Propone a todos los países presentar estas cuentas satélites a la vez que las asociadas a su PIB ya normalizado. Aunque el proceso de refinamiento de indicadores es evolutivo e internacionalmente acordado, presenta problemas conceptuales no resueltos como son la falta de indicadores entrópicos relacionados con el reciclado de materiales y el deterioro ambiental. Es decir, una concepción rigurosa de la calidad y del valor económico de los recursos “secundarios” que se presentan en la Economía Circular. Un análisis del SEEA desde el punto de vista termodinámico puede ser consultado en el libro de (Valero y Valero, 2014). De tal manera que actualmente los flujos materiales se evalúan por masa, energía o por valor económico neto presente, pero no son estos parámetros los relevantes a la hora de fijar decisiones estratégicas de reciclado, ya que la rareza/escasez de los metales utilizados no está contemplada. Ni tampoco lo están los fenómenos dispersivos de los materiales perdidos desde la cuna a la tumba en los procesos de transformación y disposición a vertedero. Por ello, en los aspectos de reciclado de materiales el SEEA necesita un gran salto conceptual.

4. Es el precio de las materias primas suficiente? El caso del Oro

Mi visión de la Economía Circular es "antieconómica” en el sentido convencional de la palabra economía tal como ahorrar o comprar al mejor precio. Quiero decir con ello que si hiciéramos las cuentas globales habría que incrementar severamente los precios de las materias primas que extraemos de la naturaleza. Y el dinero conseguido utilizarlo para reponer en lo posible la naturaleza destruida o más sutilmente, deteriorada. O al menos, enfocar los impuestos hacia las materias primas y rebajar los correspondientes al trabajo personal y otros. En otras palabras, rediseñar el sistema impositivo global para deprimir el uso masivo de productos naturales favoreciendo así todos los procesos de reciclado y reposición.

Para entender la propuesta, fijémonos en la recuperación del oro contenido en los teléfonos móviles. De acuerdo con la empresa Umicore, se necesitan 35 teléfonos móviles para conseguir un gramo de oro. Al precio actual del oro, en cada teléfono móvil hay oro por valor de 0.9€. Ese dinero no es suficiente para recoger todos los teléfonos fuera de uso, procesarlos y obtener un beneficio. Sin embargo, hay 5000 millones de usuarios de teléfonos móviles en el mundo, lo que significa que la cantidad de oro embebida en ellos es de 147,9 toneladas y si la vida media de un móvil es, de acuerdo con Statista, 2.46 años, cada año se pierden unas 60 toneladas de oro por no reciclarse. Eso es una quinta parte aproximadamente de las reservas de oro de España, o bien el equivalente a 10 días de extracción minera de oro.

Es evidente que la tecnología de extracción de oro de los aparatos electrónicos debería mejorarse, pero no es suficiente por varias razones. Primera, los costes de procesado no son los únicos, pues la recolección de los teléfonos fuera de uso distribuidos por todo el planeta no es fácilmente mejorable si no se cambian las legislaciones, o bien, se incentiva fuertemente su devolución al reciclador. En segundo lugar, habría que mejorar el ecodiseño y la estandarización del teléfono para poderse desensamblar más fácilmente, pero choca con los secretos industriales y con la continua producción de nuevos modelos que no siempre atienden a novedades sino a intereses ligados con la producción masiva y la consiguiente obsolescencia programada. En tercer lugar, las nuevas tecnologías del Internet de las Cosas, la robotización a ultranza, y las nanotecnologías van a aumentar la demanda de materiales escasos cada vez más difícilmente reciclables. Y aunque los teléfonos móviles pudieran, en última instancia, estandarizarse, la multitud de aplicaciones a la vista la hace inviable. En cuarto lugar, un teléfono móvil puede llegar a contener hasta 63 elementos químicos diferentes, de los cuales los más extraños pueden ser el Indio, Tántalo, Paladio, Plata, Estaño, Neodimio, Praseodimio, Disprosio, Terbio, Cobalto, Wolframio, etc., no solamente Oro. Al aplicar la tecnología metalúrgica para extraer el oro, el residuo que queda es enormemente complejo de reprocesar para obtener el siguiente metal, que, de conseguirse, a su vez, produciría un residuo aún más costoso de reciclar, y así sucesivamente. De tal forma que resolver la extracción del oro en los móviles no resolvería el problema si otros metales tan escasos como él se convierten en residuos irreciclables. Aproximadamente, 40% de un teléfono móvil son metales, el resto plásticos en un 40% y en un 20% cerámicos.

De la parte de la extracción minera de oro. Anualmente se extraen unas 2700 toneladas de oro. Pero los actuales yacimientos de oro solo contienen 1 ó 2 gr por tonelada de material procesado, lo que significa que hay que remover entre quinientas y mil toneladas de suelo y rocas para extraer 1kg que solo ocupa medio vaso de vino (la densidad del oro es 19.31 kg/l).

La restauración posterior de la mina y su entorno al estado natural con estrategias de revegetación y regeneración del suelo fértil y de los ecosistemas dañados raramente se realiza recreando el entorno como estaba. Y ello más es tanto verdad más cuanta más minería ilegal se lleva a cabo. Inevitablemente la cantidad de agua que se necesita para lavar la roca y extraer el oro por gravedad es proporcional a la roca removida. Para ello las aguas superficiales se desvían, se represan, los acuíferos disminuyen y se contaminan, y surgen disputas por las aguas para usos agrícolas, domésticos, además de perdida de hábitat acuático. La contaminación producida por la descarga del agua utilizada en la mina, puede contener metales pesados, arsénico, boro, cobre, letales para el medio ambiente. Los peores escenarios son la concentración de cianuro o de mercurio. Las minas a gran escala, más controladas por los gobiernos utilizan cianuro para separar el oro y las aguas se acumulan en presas de relaves, expuestas a inundaciones y roturas. Mientras que las de menor tamaño, normalmente ilegales, utilizan mercurio para amalgamar selectivamente el oro. El resultado en ambos casos es catastrófico para la vida natural y la humana.

La minería ilegal no es en absoluto irrelevante. De acuerdo con Havocscope, la mejor información disponible en la red del mercado negro global, ,países como Corea del Sur, reportan que más de 70 t de oro se comercian ilegalmente al año siendo las legales 110 t. En India se estima que en 2013 se introdujeron entre 150 y 200 t de oro además de las 900 t legales. En Perú se destruyeron en 2012 unas 18000 has de bosque tropical; en la región de Madre de Dios, próxima a Bolivia y Brasil, cerca del 97% de la minería es ilegal, donde la utilización de niños es habitual. En 2011, la exportación de oro ilegal en Perú se estimó en 3000 millones de dólares. En Colombia es 19 veces más rentable el kg de oro que el de cocaína que se ha utilizado para financiar a la guerrilla. Más de trescientas minas ilegales se cierran cada año en este país. En la República Democrática del Congo, unos 20 millones de personas dependen de la minería ilegal de diamantes, oro y coltán (tántalo). El 80% de todo el comercio de minerales con este país es por contrabando con los países vecinos de Uganda, Kenia, Ruanda, Tanzania o Burundi que finalmente recaba en mercados internacionales como Emiratos Árabes, Suiza o India. En un país tan pobre como Sudán del Sur, las pérdidas por contrabando de oro se estiman en más de 200 millones de dólares anuales. Y en Zimbabue se estimó que el contrabando de oro en 2013 era de 50 millones de dólares al mes, saliendo del país 17 kg de oro cada día. Pero el contrabando no solo se limita al oro o diamantes, se estima que 21000 t de tierras raras salieron de China en 2011

A la vista de todo ello, es evidente que hay que combatir la minería ilegal y el contrabando, pero no es suficiente. En el largo plazo ¿habrá recursos planetarios para toda la demanda mundial de minerales? Una Justicia Global debe pasar por restaurar los entornos naturales mineros, por la compensación justa a las poblaciones locales y por preservar el patrimonio natural para las generaciones futuras, con el fin de dejarles un mundo pleno de recursos en vez de un planeta lleno de residuos. Hay que elevar drásticamente los precios de las materias primas favoreciendo el uso y la reutilización de metales reciclados y cuidar mediante cargas impositivas que el dinero se dedique a la restauración de los entornos naturales y culturales.

5. Conclusión. Por una Economía Inspiral 

Bajo esta óptica, los indicadores convencionales de la práctica económica no sirven. El crecimiento en el consumo no puede ser el indicador del bienestar. El PIB y ni las incompletas cuentas satélite propuestas por Naciones Unidas, SEEA, tienen asientos que contabilicen la dispersión de los materiales, ni la pérdida de los recursos naturales que está encadenada al crecimiento económico. La deuda actual de nuestra sociedad (233 billones de dólares de 2017) es alrededor de tres veces mayor que el PIB global, y ha crecido en 2016, en 16 billones más. Todos, es decir, los particulares, las empresas y los gobiernos, nos estamos endeudando crecientemente. Y esa deuda tiene la contrapartida de ser equivalente a tres veces más de destrucción planetaria que la anual asociada al PIB mundial. O sea, que no solo tenemos la tasa de destrucción anual, sino que al prometer pagar la deuda inducimos una destrucción adicional de la naturaleza equivalente a tres años más.

¿Arreglamos el Planeta o arreglamos la Economía? Hasta ahora, los políticos ...y la gente que los votamos...solo queremos mejorar la segunda. La felicidad no está en el consumo, y no somos cada año un 2% más felices por consumir un 2% más.

El ser humano es él, sus ascendientes (es decir, su cultura) y sus descendientes. Pero estamos vaciando a nuestros descendientes de cultura y de recursos naturales, cada vez más escasos e inaccesibles, tales que tendrán que destruir mucho más que nosotros por cada nueva tonelada extraída. Serán además más que nosotros, pero ya no estaremos entre ellos. Lo que es peor, esto no ocurrirá en muchas generaciones sino en la próxima (25-30 años), porque si continua el crecimiento exponencial hará que hayamos duplicado la destrucción actual, y no menos importante, la destrucción planetaria que vamos a realizar en estos próximos 25-30 años, será equivalente a la destrucción acumulada del Planeta por el ser humano hasta hoy.

Creo, además, que el énfasis de la actividad económica actual debería estar supeditada a la conservación de este Planeta único cuyo más próximo equivalente, si existe, estará a millones de años luz, simplemente inalcanzable. La búsqueda de felicidad de los seres humanos deberá poner énfasis en aquellas actividades que consuman la menor cantidad posible de recursos: la amistad, el debate, la filosofía, la familia, el sexo, la música, el deporte, la investigación, la creación, la lectura y el desarrollo de las capacidades intelectuales, etc., más allá del consumo material. ¿Cuánto será bastante?

En conclusión, el problema de la sostenibilidad no se resuelve simplemente sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables. El problema energético es la parte fácil de la ecuación. El problema de los materiales es más espinoso porque es multidimensional, la sustitución de unos metales por otros materiales es un problema ingente porque las aplicaciones y la demanda aumentan más deprisa que los descubrimientos científicos. Es necesario, por tanto, una contabilidad global que ponga a la naturaleza en cuentas al mismo nivel que la economía global. Y de ella, obtener conclusiones y decisiones tales como una nueva estructura impositiva global que atienda más a conservar los recursos naturales y menos a penalizar el trabajo humano. Hay que promocionar urgentemente la Economía Circular en todos sus ámbitos y rincones del globo. Dicha Economía deberá, en último término, cambiar la percepción de lo usado como sinónimo de gastado, viejo o decrépito, en favor de lo antiguo como símbolo de distinción. Lamentablemente, la circularidad absoluta no existe, y en cada ciclo se pierde cantidad y calidad de los materiales. Es una consecuencia de la termodinámica. Deberíamos llamarla Economía Espiral o mejor aún Economía Inspiral. Es decir, una Economía que integre en sus cuentas a los recursos naturales, que promueva cerrar muchas veces –no solo una vez- los ciclos de los materiales E inspire las decisiones políticas, jurídicas, laborales, sociales, ecológicas, científicas, tecnológicas, empresariales, conductuales y éticas, hacia un planeta más sostenible y justo con las generaciones futuras y los seres vivos que lo habitamos.

6.Agradecimientos

Agradezco a D. José María Mata por animarme a escribir este artículo para el Congreso de Economistas Catalanes. Este artículo es consecuencia de una charla que dí en la sede del Club de Roma de Barcelona sobre Economía Circular en 2017. Al ser mi formación económica limitada quise rehusar la invitación, pero su insistencia y la de D. Daniel Quer me convencieron. Mi propuesta debe enfocarse como un análisis crítico, no académico e insuficiente, de la economía convencional desde el punto de vista de un científico, con la intención decidida de promover el debate.

7. Referencias

Eisler R, Wiemeyer S.N. Cyanide hazards to plants and animals from gold mining and related water issues. Rev Environ Contam. Toxicol. 2004;183:21-54.

Havocscope: URL https://www.havocscope.com/tag/metals-and-minerals , consultado Dic 2017.

Naredo, J. (1987). La economía en evolución. Historia y perspectivas de características

básicas del pensamiento económico. (Ediciones Siglo XXI, Madrid).

Naredo, J. and Valero, A. (eds.) (1999). Desarrollo económico y deterioro ecológico

(Fundación Argentaria, Madrid).

Umicore: URL https://en.wikipedia.org/wiki/Umicore, consultado en Dic 2017

Valero, A.; Valero, D.A. Thanatia: The Destiny of the Earth’s Mineral Resources; World Scientific

Publishing: Singapore, 2014.

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Published on 11/05/18
Accepted on 03/04/18
Submitted on 31/01/18

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