El propósito de este artículo es compartir el develamiento de los cantos místicos del poeta musulmán Muahmmud Ibn Al-Mahad. Sus versos nos develan nuestra ancestral riqueza poética y mística, puesto que el legado musulmán, al igual que el griego y el hebreo forman parte de nuestra matriz civilizatoria. El poeta uruguayo Saúl Ibargoyen a través de la identidad narrativa de Al-Mahad, a quien nos presenta como ese Otro yo en sí mismo, ha configurado un tipo muy especial de espejo poético, cercano a un palimpsesto sui géneris donde encontramos los signos de una escritura eterna. Reconocemos en su poética las profundas huellas del conocido poeta Sufi Yalal ad-Din Muhammad Rumi, quien expresó en sus versos la unión con el Amado, el “Uno Perfecto”. También percibimos la sutil fragancia de Ibn ‘Arabí, llamado Shaykh al-Akbar, el “Maestro más grande”, quien nos dio el regalo de la “unidad de la esencia divina”. El Ser Real es incomparable y trascendente, mas él se devela como manifestación divina (tajallí) en todas las cosas del mundo. De ahí que la poesía de Al-Mahad configure esta relación entre el amor y la unidad para expresar con total sutileza la pasión por la Amada, como apreciamos en este poema: “En el libro venido de lo más Alto también está escrito el silencio del ardor que cruza por tu pecho. Ama a la amada con ese silencio y el libro tendrá nuevas palabras para ti”.
Abstract
El propósito de este artículo es compartir el develamiento de los cantos místicos del poeta musulmán Muahmmud Ibn Al-Mahad. Sus versos nos develan nuestra ancestral riqueza poética y mística, puesto que el legado musulmán, al igual que el griego y el hebreo forman parte de [...]